Las malformaciones en la charnela cráneocervical no actúan de forma aislada. A menudo vienen acompañadas de otras patologías que agravan los síntomas o dificultan el diagnóstico: desde hidrocefalia o espina bífida hasta artrosis cervical, impresión basilar o craneosinostosis.
En esta sección te explicamos en qué consisten, cómo afectan al día a día de quienes las padecen y por qué es tan importante abordarlas de forma conjunta para mejorar el bienestar y la calidad de vida de los pacientes.
Alteración estructural del cerebelo que puede comprimir el tronco encefálico y afectar al flujo del líquido cefalorraquídeo.
Formación de un quiste dentro de la médula espinal que puede dañar progresivamente el tejido nervioso.
Anomalía en la unión entre el cráneo y la columna cervical que puede comprimir el sistema nervioso y provocar síntomas neurológicos.
Trastorno congénito caracterizado por la fusión anormal de dos o más vértebras cervicales, que puede limitar el movimiento del cuello y causar complicaciones neurológicas.
Malformación congénita de la médula espinal que ocurre cuando el tubo neural no se cierra completamente durante el desarrollo fetal.
Malformación en la que el hueso occipital se desplaza hacia arriba, comprimiendo el tronco encefálico y otras estructuras del sistema nervioso central.
Aplanamiento anormal de la base del cráneo que puede comprimir estructuras cerebrales y causar síntomas neurológicos diversos.
Acumulación anormal de líquido cefalorraquídeo en el cerebro que puede aumentar la presión intracraneal y dañar el tejido cerebral.
Degeneración progresiva de las articulaciones del cuello que puede provocar dolor, rigidez y compresión nerviosa.
Cierre prematuro de una o más suturas del cráneo en el bebé, lo que puede alterar el crecimiento normal del cerebro y la forma del cráneo.
#NoTodosLosHéroesLlevanCapa
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